Escribo estas líneas relegado a la intimidad de mi habitación, el salón ahora mismo es territorio hostil... el fúlbol invade las pantallas de media España, parte del extranjero y de todo el mundo... y es que el Barça - Madrid lo han comprado televisiones de todas partes del mundo, sí algo inaudito.
Será por que yo nunca he sido un seguidor fanático de ninguna cosa en concreto... pero no me explico como alguien se puede desvivir con todo su alma por una cuestión. Los 5-0 del "clásico" (una palabra no muy apropiada, bajo mi punto de vista) han levantado ampollas, han hecho la carne trizas... en definitiva, la guerra ha estallado, en términos futbolisticos, (que raro me siento escribiendo esta palabra, creo que es la primera vez) claro está.
Nunca y repito nunca, me ha gustado el fútbol y creo incluso recordar que he llegado a soñar que volvía al pasado y eliminaba el origen de éste deporte, sí lo sé puede sonar muy fuerte... pero que unos señores que ganan millones y millones y millones y millones de euros por correr detrás de una pelota hipnoticen a un país... salvo contadas excepciones... me parece algo tan inverosímil... No puedo, me niego a creer que alguien, llámalo persona, animal, cosa o ente... se rija por las leyes no escritas del fanatismo, ya sea futbolístico o de cualquier otro índole, me parece una manera de vocal ahí sus carencias, del soltar todo lo que no puede decir a la gente a la cara en su día a día... me parece algo de otro planeta.
Si del cerdo se aprovechan hasta sus andares, del fútbol odio hasta su palabra... se me descompone el cuerpo, desde los insulsos gritos aberrantes de los locutores, con esas oooooooooooooooooooooos eternas, esos canticos tan pensados y originales... esa prepotencia de jugadores, entrenadores y seguidores... ¿Para qué? Si, sé que es su trabajo, ¡pues menudo trabajo! sarna con gusto no pica, desde luego, cada cual es muy libre y está en su derecho de elegir. Ojito, y que conste que esas personas que descriminan o que simplemente aceptan, achacan y estandarizan su opinión son de un rechazo completo por mi parte, ni todo es blanco ni todo negro... hay cosas grises... y muchas tonalidades... Y es que el deporte "rey" (por desgracia) no es nada de otro mundo, es el actual circo de los leones romanos... los gladiadores saltan al campo para ganarse la vida, para subsistir... para ser vitoreados... y humillados... Vergonzoso.
Si del cerdo se aprovechan hasta sus andares, del fútbol odio hasta su palabra... se me descompone el cuerpo, desde los insulsos gritos aberrantes de los locutores, con esas oooooooooooooooooooooos eternas, esos canticos tan pensados y originales... esa prepotencia de jugadores, entrenadores y seguidores... ¿Para qué? Si, sé que es su trabajo, ¡pues menudo trabajo! sarna con gusto no pica, desde luego, cada cual es muy libre y está en su derecho de elegir. Ojito, y que conste que esas personas que descriminan o que simplemente aceptan, achacan y estandarizan su opinión son de un rechazo completo por mi parte, ni todo es blanco ni todo negro... hay cosas grises... y muchas tonalidades... Y es que el deporte "rey" (por desgracia) no es nada de otro mundo, es el actual circo de los leones romanos... los gladiadores saltan al campo para ganarse la vida, para subsistir... para ser vitoreados... y humillados... Vergonzoso.
De otro planeta me parecen también las niñas en celo que se han agolpado hoy a las puertas de un centro comercial en Madrid y que luego han acudido al programa El Hormiguero de Cuatro para ver y gritar a Justin Biever un niño de porcelana, barbilampiño y al que por suerte o por desgracia no le ha cambiado aun la voz... (pobre juguete roto), a sus 16 años, creo recordar, ya es todo un ídolo para algunas jovencitas descabezadas... y digo yo, que ha hecho este "hombre" para recibir tales alagos como héroe o ídolo, ¿a caso ha hecho algún milagro y yo no me enterado? ¿A salvado a unos cachorritos de una casa en llamas? Simplemente ver para creer, y si es en televisión, ver para ganar (audiencia y millones de euros, claro está).
Y después de todo esto, me voy con el Míguel, el extraterrestre imaginario de la serie Doctor Mateo, al anillo de Saturno del que nunca debí salir.